El hotel es perfecto en cuanto a ubicación, porque está muy cerca del casco antiguo y del barrio judio. Bien comunicado con tranvia, en unas pocas paradas llegas a la estación central y a un centro comercial que hay justo al lado. En cuanto al hotel, las instalaciones están muy bien decoradas (son sorprendentes) con motivos religiosos muy variados (desde Buda a Jesucristo, pasando por Menorá). La habitación que nos toco estaba en la buhardilla y era muy correcta en cuanta a equipamiento (no llegamos a aclarar si era "Luxe", que era la que contratamos). Tuvimos un problema con el aire (en plena ola de frío), que resolvieron con mantas, pues no había más habitaciones. Aun así el personal es excelente, con un trato muy cordial y deseosos de hacértelo todo muy fácil (a la llegada nos acompañaron a la habitación y nos mostraron TODO sobre ella, ¡incluso nos buscaron por el satélite TVE!). El desayuno es muy sencillo, aunque los zumos naturales están muy buenos. Sin duda, es un hotel altamente recomendable.