En pocas palabras, estuvimos muy a gusto y muy bien atendidos.
La ubicación del hotel es ideal, apartada y a la vez muy cerca de Cascais, rodeado de un mar infinito.
El hotel por dentro es increíblemente cuco, de estilo muy portugués con esos azulejos tan maravillosos. La habitación, que daba al mar, muy tranquila, lo que nos brindó un sueño muy reparador.
La gastronomía, exquisita, aunque más variada, abundante y auténtica en el bar que el restaurante.
El personal, encantador... muy amable... estuvimos celebrando el cumpleaños de mi marido y todo fueron detallitos aquel día.
Quisiéramos dar las gracias en particular a Diego, que fue un amor con nosotros.
¡Volveremos!