Pequeña pensión situada en una zona industrial horrorosa y a continuación de la pista de aterrizaje del aeropuerto, con aviones pasando justo encima cada 5-10 minutos, noches incluidas. Además, las ventanas son de un solo cristal y ni siquiera cierran del todo. El aparcamiento consiste en el asfalto que rodea a la gasolinera, donde hay que aparcar como buenamente puedas. La habitación tiene lo básico, y con la calidad justa. El personal es un desastre, dan las tarjetas sin fijarse en a qué habitación corresponden, y abren la puerta de tu habitación cuando estás dentro.