El hotel está muy bien situado, a un paso de la sinagoga, en un barrio lleno de pequeños restaurantes y acogedoras cafeterías. Muy cerca hay varios supermercados y a un pequeño paseo toda la zona turística (catedral de San Esteban, Ópera y calles comerciales).
La habitación, doble, era amplia y bien climatizada, y la cama doble cómoda. El principal inconveniente era que los edredones eran individuales y un poco pequeños, tanto de ancho, como de largo (se te salían los pies...). La limpieza es opcional, y el único día que la solicitamos no nos la hicieron... eso sí, nos dieron toallas limpias en recepción sin problema.
El personal fue amable, y como nuestro vuelo llegaba por la noche, nos organizaron la recogida en el aeropuerto con una compañía de taxis con la que trabajan.