Llegamos, y elegimos el pago en el hotel, la recepcionista (una señora de aprox 40 años) nos atendió confundiéndonos de nombre, pareció que habían puesto a una persona que se llamaba como yo, en la habitación que iba a ser para mi, a continuación, nos pregunta si entramos con un niño, que no tenemos hijos, y insistiendo, no sé en qué momento vio a un niño, pero bueno; y luego dejándolo pasar, nos fuimos a la habitación, en concreto la 238, que tenía el aire acondicionado fuera de servicio, con el calor que hacía, y tuvimos que dormir con la ventana abierta. Teniendo hoy un catarro impresionante.