Nos dieron antes de tiempo, a las diez de la mañana, la habitación reservada gracias a la presión de la simpatiquísima y eficiente Rocío, una española que trabaja en el hotel. Es por eso que no sé si fue tal premura la que propició que la habitación no estuviese todo lo limpia que nos habría gustado, principalmente el suelo. Obviando esto, la habitación es muy amplia, con buenas vistas y un simpático baño separado de ella por una cristal transparente con cortina. El buffett es muy bueno y muy variado. Y, como digo, la atención del personal con Rocío a la cabeza, inmejorable.