El hotel es excepcional, en detalles, en el trato recibido y en su ubicación, a 15 minutos andando de Notre Dame y a 30 de El Louvre.
El desayuno muy correcto, con variedad de alimentos para todos los gustos en un saloncito decorado hasta el mas mínimo detalle. El personal muy agradable, siempre con una sonrisa y a tu disposición para cualquier cosa que necesites.
Nuestra habitación estaba situada en el sexto piso, muy bien equipada combinando el buen gusto con lo práctico, aprovechando hasta el mas mínimo rincón. El único inconveniente es que era una habitación pequeña para ser doble, ya que nos costaba movernos por ella debido al poco espacio libre que tenía, sería una habitación individual perfecta.