El hotel está en pleno centro de Tallin. Está en un edificio histórico antiguo y tiene todo el aire de un hotel antiguo. El ascensor es de madera, antiguo, muy bonito. La habitación era pequeña, pero limpia y con lo típico y necesario. Además, había albornoz y pantuflas de esas blancas que suele haber en los hoteles. Tiene moqueta, cosa bastante común en estas zonas, pero estaba limpia. El desayuno era muy bueno. El personal fue muy atento.
Críticas: no hay cajas fuertes en las habitaciones. Tienen una gran caja fuerte antigua (como la de los bancos) con cajitas fuertes pequeñas con llaves individuales. Esto está en el segundo piso, pero te tiene que acompañar alguien del hotel cada vez que vas.