Es un hotel de paso para dormir adecuado por su ubicación al lado de la estación de Paddington. La habitación que me tocó era triple, por lo que era grande, y tenía el baño reformado, pero en la última planta, la 5ª, mientras que el ascensor sólo llega a la 4ª, con vistas al interior del bloque y con un aparato de aire acondicionado/calefacción o similar que estuvo haciendo un ruido continuo hasta pasada la medianoche.
El desayuno es bastante limitado, pan de molde, queso, jamón york y algo de cereales. Y lo peor de todo, ¡café soluble! Por el precio de la habitación, en Londres, creo que tampoco se podía esperar otra cosa.