Anita y Umberto son unos grandísimos anfitriones. Nos vinieron a buscar para ayudarnos con el equipaje y gestionar el parking y, desde el primer momento, todo fue amabilidad. Nos ofrecieron una bebida de bienvenida y tenemos que decir que la habitación superó nuestras expectativas (sábanas muy suaves, zapatillas, albornoces, dulces de bienvenida…). En cuanto al desayuno, es toda una experiencia. Se elige a la carta y la propia Anita te lo lleva a la habitación a la hora que desees. Además de lo que pides, siempre te traen alguna sorpresa de pastelito local. Nos recomendaron playas y lugares de interés y nos hicieron la reserva para la cena. En definitiva, un diez.