No sé las otras habitaciones, pero la que nos tocó a nosotros no fue de nuestro agrado. Había un portón, a parte de la venta, viejo y cerrado completamente que daba a la calle y que no estaba para nada bien aislado, se oía todo de la calle. A parte, el sistema de cierre de las habitaciones hace que tengas que cerrar fuerte la puerta y por tanto cada vez que alguien cierra su puerta se oye desde la habitación. Es muy muy oscura, por la ventana no entraba nada de luz, da a un pequeño callejón. Todo muy húmedo, hasta las sábanas parecían húmedas. No hay espejo de cuerpo entero. El desayuno consistió en una bebida caliente y un croisant, yo pedí un zumo y lo tuve que pagar. Decepcionante. El anfitrión muy amable y simpático, eso sí.